martes, 4 de enero de 2011

Querido destino:He perdonado errores casi imperdonables, he intentado sustituir personas insustituibles y olvidar otras inolvidables. He hecho cosas por impulso. Me he decepcionado con personas que nunca me había pensado decepcionar, pero también he decepcionado a otras. He dado abrazos para proteger a alguien del mundo. Me he reído cuando no podía, he hecho amigos eternos, he amado y he sido amada, pero también he sido rechazada, he sido amada y no he amado. He gritado y saltado de felicidad, he vivido de amor y he hecho juras eternas, me he caído muchas veces. He llorado escuchando alguna canción y también viendo fotos. He llamado a alguien sólo para escuchar su voz, me he enamorado de alguna sonrisa. He pensado que me iba a morir de tanto echar de menos y no lo he hecho. He tenido miedo a perder a alguien que creía conocer, lo he perdido y no me ha importado.
Pero de todas formas gracias, al menos aún respiro.
Firmado, un corazón roto.

Sabes utilizar el Tipex?

Algún día podré decir todo esto, podré decir todo esto mezclado con todo lo que haya vivido. Habré aprendido por el camino más duro, pero es mayor el dolor de no haberlo intentado al de la certeza de haber dado todo por conseguirlo. Las cosas no son lo que aparentan, moléstate antes en descubrir de qué están hechas. ¿Del mismo material que los sueños?  La vida es un fluir de incorrecciones, no cometas el error de quedarte atrapado en un intento.

Todo esto suena bien, y que bien sienta decirlo. Que si la vida te da la espalda, tu sigue tu camino.

Razonamientos.

Agradecería una respuesta, aunque no tenga sentido. Una respuesta a la vida misma. Nosotros los humanos, seres con la capacidad de pensar y razonar, nacemos. Pero, ¿qué se supone que tenemos que hacer en la vida? Nuestro único objetivo marcado es reproducirnos para que la especie no se extinga… ¿y qué más da que haya más o menos humanos si en realidad no hemos venido a hacer nada en la Tierra? El resto de los seres vivos nacen, se preocupan por sobrevivir, no lo consiguen y mueren. En cambio, nosotros, nos pasamos la vida enredados en mil malentendidos que en el fondo no nos llevan a ningún sitio. Se supone que para ser felices no nos puede faltar dinero, salud, amor y amistad. Si falta alguno de esos cánones nos sentimos vacíos. Pero nos pasamos media vida preocupándonos y empeñándonos en alcanzar la felicidad en estado puro, el máximo, tenerlo todo y cuanto antes. Y si te paras a pensar… ¿cómo puedes ser feliz sabiendo que has malgastado la mitad de tu vida en alcanzar lo inalcanzable? Sin disfrutar de los pequeños momentos de felicidad que la vida te iba ofreciendo por el camino… Y después de todo, al final, uno se queda solo. La vida te forma como persona, los amigos, la familia, el dolor, las experiencias te van completando, te van llenando, y todo eso, ¿para qué? Para que al final, en tus últimos años de vida, cuando verdaderamente ya no te importe nada, te des cuenta de quién eres en verdad.